Para algunos, el desplazamiento con los hijos es una auténtica pesadilla. Te proponemos algunas ideas que pueden ayudarte a vivirlo mejor.
Llegan las vacaciones, uno de los momentos más esperados del año. Has planificado detalles de la escapada como vuelos o rutas por carretera, alojamientos o planes en el destino. Sin embargo, si viajas con niños, no puedes dejar al azar una cuestión sumamente importante: cómo entretenerlos durante el trayecto.
Para algunos, un viaje con los más pequeños, sobre todo si deben recorrerse largas distancias, es una auténtica pesadilla, pero para los más previsores, en cambio, puede convertirse en una buena oportunidad de disfrutar de ellos -y con ellos-; un tiempo para conocerlos un poco más y hacerles partícipes de la aventura. A continuación, te ofrecemos algunas ideas que pueden ayudarte en la tarea.
Como paso previo…
Si es la primera vez que los niños suben a un avión, resulta muy práctico explicarles días antes cómo será la experiencia de volar. De esta forma, vivirán algo nuevo con naturalidad, disfrutando de cada momento, sin sobresaltos que puedan alterarlos y, por ende, sin fastidiar a los vecinos de butaca.
No es lo mismo viajar con niños pequeños que hacerlo con adolescentes, pero, en cualquier caso, es importante que unos y otros sepan con qué se encontrarán y qué podrán o deberán hacer a bordo. En los mayores, es bueno resolver dudas y tranquilizarlos ante eventuales temores relacionados con la seguridad.
Es interesante también preparar con ellos el destino: darles a conocer los sitios a los que viajarán, convirtiéndolos en protagonistas de la aventura. Existen libros de viajes para los más pequeños ideales para este fin -los títulos de la colección Busca y encuentra, de Anaya, son un buen ejemplo-, que permiten descubrir antes, durante y después, escenarios, personajes y curiosidades del lugar.
En el avión
En los viajes de avión, los dispositivos electrónicos han sido estos últimos tiempos los grandes aliados de los padres, pero la limitación de uso de muchos de ellos en determinados trayectos ha encendido las alarmas de los progenitores. Algunos, con preocupación, buscan alternativas que les permitan entretener a los menores sin contar con una tableta o un ordenador portátil.
Una de las opciones que continúan siendo válidas es el uso del móvil, por lo que cargar un smartphone viejo con películas, series, música, e incluso juegos, puede ser una buena idea.
Una niña juega con un dispositivo electrónico (Vesnaandjic / Getty)
Sé previsor y no te cortes a la hora de hacer la maleta. Más allá de la tecnología, existen mil y una formas de entretenerse, por lo que acarrea con juguetes tradicionales adaptados a la edad de cada niño: juegos magnéticos para divertirse en familia, pequeños kits de construcción, o juegos de cartas.
No te olvides tampoco de soluciones “clásicas” como libros -también los hay indestructibles pensados para bebés-, cuadernos de colorear, muñecos, coches u otros juguetes preferidos de los niños ni, por supuesto, dulces o alimentos para hacer más corto el trayecto y para mitigar incomodidades en el despegue y el aterrizaje. Y es que los niños son especialmente sensibles a los cambios de presión, por lo que masticar algún alimento durante ambas operaciones evitará que sufran de dolor de oídos.
Un niño pintando durante un viaje en avión (Tatiana Kolesnikova / Getty)
La mayoría de aerolíneas ofrecen servicios adicionales para mantener ocupados a los menores. Además de las opciones de entretenimiento habituales -música, películas o juegos en pantalla-, muchas de ellas los obsequian con detalles en forma de bolsas con sencillos juegos, lápices de colores o kits de montaje.
Mantener las rutinas a la hora de comer y dormir también durante el vuelo -a los más pequeños les afecta más el jet lag- simplifica mucho las cosas. Los médicos sugieren seguir las mismas pautas de sueño, siempre que sea posible, por lo que resulta muy práctico escoger vuelos nocturnos e intentar mantener los hábitos diarios: lavarse los dientes, ponerse ropa cómoda, reducir la luz al máximo y, si es el caso, contarles un cuento.
Un último apunte: para evitar sorpresas -ya sabes que los niños son imprevisibles-, carga con otros objetos susceptibles de ser usados a bordo: ropa de recambio, medicamentos habituales, bolsas para el mareo o toallitas higiénicas.
Viajes en coche
Los desplazamientos en automóvil permiten una flexibilidad mayor por lo que respecta a paradas y equipaje, pero si hablamos de trayectos largos, el cansancio y el aburrimiento también pueden pasar factura. Por ello, es conveniente efectuar pausas como máximo cada dos horas. Planificarlas con antelación, sin cerrarse a la improvisación, permite hacerlas más divertidas.
Preparar un picnic, jugar en un parque infantil, tomar un helado, contemplar animales o disfrutar de paisajes o fenómenos meteorológicos inesperados ofrecen sensaciones renovadas y contrarrestan el efecto de pesadez del viaje.
Durante el trayecto por carretera, como en los viajes en avión, los aparatos electrónicos son grandes aliados: tabletas, DVD y móviles combaten las horas de tedio y hacen más llevadero el recorrido. Aquí los libros no tienen cabida -corremos el riesgo de mareos-, pero, en cambio, es un excelente momento para interactuar con los hijos.
Cantar -en este escenario no molestamos al vecino de asiento-, recurrir a juegos sencillos de adivinanzas, explicar anécdotas o detalles de las zonas por las que se discurre, o hablar sobre el destino contando con su participación a la hora de organizar itinerarios hará que se sientan incluidos en la aventura y disfruten más de ella.
Tres niñas cantando durante un viaje en coche (Hero Images / Getty)
Pon en práctica estos consejos. Tus viajes mejorarán ¡Seguro!
Fuente: lavanguardia.com / MAGDA BIGAS
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